Cuenta la historia de un poblado pesquero, que ara unos 20 años, había un gran grupo de pescadores, que con su valentía i gran esfuerzo reactivo la actividad de ese pequeño puerto de la costa gallega.
Entre ellos, se encontraba Luis, el capitán,una persona honrada y muy querida por sus compañeros, y según se dice, nunca había faltado un día a su trabajo. Su amor por el mar i por la vida eran a la par una de sus grandes características.
Miguel, el único hijo de Luis, tendría unos cinco años de edad, rubio, con ojos saltones como un pez y piel blanquecina. Muchas veces su padre se lo llevaba a pescar junto con los otros niños de los pescadores, así se divertían y iban conociendo el trabajo que posiblemente de mayores les tocaría hacer.
A Miguel le encantaban los peces. El mundo marino era para él su mundo. Siempre le decía a su padre “Me gustaría ser un pez…” y su padre lo ignoraba. La madre de Miguel murió cundo este tenía unos meses de vida. Un gran enfermedad la envolvió hasta que su corazón dejo de funcionar. Padre e hijo estaban muy unidos, eran uña y carne, inseparables.
Uno de esos días que el padre se llevó a Miguel al barco pesquero, el mar estaba realmente bravo. Las olas invadían el barco, y el viento lo balanceaba de un lado hacia el otro. Luis llevo a su hijo a la sala de máquinas donde creía que estaba a salvo de la tormenta. Allí en una pequeña estancia se encontraba Julia, una mujer bastante mayor que se dedicaba a coser las redes que los pescadores rompían al recoger los peces. Miguel se sentó a su lado y empezaron a hablar.
Al poco rato, Miguel y su mundo marino había invadido la conversación, dándole a conocer a Julia su incansable melodía de que le gustaría ser un pez. La mujer sorprendida le pregunto el porqué. El muchacho le explicó que quería ser libre, poderoso, vivir con tranquilidad, no quería padecer el mismo alboroto de su padre. Miguel soñaba en cada noche que al despertar era un pez muy grande, de color blanco, con alto nivel entre sus clases, libre i sobretodo, feliz.
Julia le dijo que si de verdad quería ser un pez, que esa noche al acostarse pidiera a los dioses del mar que fueran a por él y se lo llevaran por los siete mares.
Al poco rato, Miguel y su mundo marino había invadido la conversación, dándole a conocer a Julia su incansable melodía de que le gustaría ser un pez. La mujer sorprendida le pregunto el porqué. El muchacho le explicó que quería ser libre, poderoso, vivir con tranquilidad, no quería padecer el mismo alboroto de su padre. Miguel soñaba en cada noche que al despertar era un pez muy grande, de color blanco, con alto nivel entre sus clases, libre i sobretodo, feliz.
Julia le dijo que si de verdad quería ser un pez, que esa noche al acostarse pidiera a los dioses del mar que fueran a por él y se lo llevaran por los siete mares.
Miguel siguió el consejo de Julia. Se acostó temprano, miro por la ventana de su alcoba que
daba al océano, y pidió con gran esfuerzo que los dioses del mar le concedieran el deseo de convertirlo en pez. A la mañana siguiente, Miguel abrió los ojos y se encontraba nadando. Se miró a si mismo y se vio que su piel era escamosa, no tenía brazos sino aletas, era por fin, un pez.
daba al océano, y pidió con gran esfuerzo que los dioses del mar le concedieran el deseo de convertirlo en pez. A la mañana siguiente, Miguel abrió los ojos y se encontraba nadando. Se miró a si mismo y se vio que su piel era escamosa, no tenía brazos sino aletas, era por fin, un pez.
Desde entonces, al anochecer, se ve a Luis mirando al mar, en las lágrimas mojando sus ojos, sin saber que será de su pequeño Miguel, y con todas sus fuerzas le pide al sol que le diga a Miguel que vuelva algún día para poderse ir con él.
Rubén Garrido Sánchez.
La história me gusta, pero tiene bastantes faltas de ortografia. En las dos últimas línias, porqué Miguel se lo pide al sol? creo que no tiene nada que ver ahí el sol.
ResponEliminaEl deseo de libertad es uno de los motivos que más nos anima a escribir. Me gusta que, además, la búsqueda de un mundo sin preocupaciones lleve al protagonista a querer ser un pez. A mí eso realmente me resulta chocante: la vida de un pez me parece angustiosa.
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