dimecres, 26 d’octubre del 2011

Aisha Bibi



Me acostaba como cada noche, tras un insufrible y agotador día, en el duro suelo con solo unas mantas a modo de colchón, a los pies de mi marido. En esos momentos, mientras escuchaba su fuerte y tranquila respiración, a mi mente acudían momentos de una vida mejor, una vida en la que yo era una niña alegre con la esperanza de que mi sabio padre escogiera para mí un marido con el que vivir feliz y formar una familia. Pero lo que entonces no supe es que ese deseo se iba a convertir en el mismísimo infierno y que sería tomada, brutalmente desflorada el primer día de casada, siendo aún una niña. Aquella horrible noche no pude dejar de llorar, asustada, temblando, encogida en aquel rincón, sin un cálido abrazo de mi madre, sin nadie que me consolara con reconfortantes palabras.

Descargaba su furia contra mí por tener un mal día o porque no le había dado aún un hijo. Fueron unos meses horribles soportando palizas que me dejaban llena de moratones, soportando casi todas las noches que aquel bruto animal me poseyera. Hasta que el bendito embarazo llegó. Se calmaron las cosas y cesaron las palizas. Pero la mala suerte me perseguía y di a luz una niña, Zeinab.
Volvió su ira y con ella las agresiones, los gritos, las humillaciones y las amenazas. Todo rayo de esperanza que pude tener en los meses de embarazada se esfumó con la misma velocidad con la que se apaga la luz de una vela. Mi vida era un pozo negro al que no veía ninguna esperanza, y la  causa por la que seguía con vida era mi hija.
Los días pasaban. Cada día esperaba agonizante la llegada de mi marido, procurando que todo estuviera perfecto para no desagradarle, y evitar así, que me agrediera o gritara.
Pasó un año sin apenas poder salir de casa, sin que mi marido consintiera acompañarme a ningún sitio. Aunque yo ya había perdido toda esperanza, temía por mi hija. Me horrorizaba la posibilidad de que pudiera crecer con ese monstruo, que era su padre. Empecé a acariciar la posibilidad de que mi hija y yo nos escapáramos de sus garras, aunque me parecía imposible encontrar la forma. Cada noche pensaba en ello y me parecía maravillosa la idea de huir.
Tras una intensa lucha de sentimientos y emociones, una batalla entre el miedo y el deseo de libertad, finalmente me decidí. Una noche oscura me escapé junto con mi hija, vigilando cada esquina, recorriendo cada calle con el corazón en la boca. Con cada sombra que veía, con cada ruido que escuchaba, mi alma se estremecía, aterrorizada por la posibilidad de  que alguien me pudiera descubrir. Finalmente llegué a casa de mis padres, con mi niña en brazos, el miedo metido en el cuerpo y con una larga explicación que nos dejaría en vela toda la noche. Tras unos días de expectación, nuestros peores miedos se hicieron realidad, pues poco tardaron los talibanes en venir a casa exigiendo que me ajusticiaran.
El comandante dictó su veredicto y, al oírlo mi corazón dio un vuelco. Intenté escapar, intenté gritar, supliqué y supliqué, pero en el mismo instante que el comandante pronunció esas palabras mi destino ya estaba marcado. Mientras mi suegro me sujetaba, mi marido se me aproximaba con un cuchillo en mano y con los ojos inyectados de intenso odio. Y entonces, sin que nadie pudiera impedirlo, me cortó la nariz y las orejas. Simplemente, no puedo expresar el dolor que sentí, ni la angustia que me invadió, ni la sensación que se siente cuando pides ayuda y nadie acude en tu auxilio Y para que todo el mundo supiera lo que les pasa a las mujeres que no son sumisas, mi hija y yo fuimos abandonadas.
Así que me encontré sola en este mundo. Cada segundo que pasaba no podía dejar de maldecir aquella acción y haber conducido así a mi hija a la muerte. En el momento en que pensé que nos íbamos a morir de hambre, unos soldados estadounidenses nos rescataron. Me trataron las heridas y fui sometida a cirugía reconstructiva. Aunque pasé penas insufribles, dolores inaguantables, y fui repudiada, ahora soy una mujer libre y que puede ofrecerle a su hija un futuro mucho mejor.
 Actualmente vivimos Zeinab y yo en Estados Unidos.




Carla Servat Sales

7 comentaris:

  1. En este texto encontramos por desgracia uno de los temas que hoy en dia mancha de negro nuestra sociedad. És un texto que esta bastante bien redactado aunque su expresión presenta algunos baches mejorables, aunque en general bastante buena.
    El texto en su conjunto tiene una buena calidad narrativa.

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  2. Es un texto muy interesante, en primer lugar diré lo único que le he encontrado de erróneo, y esto son las faltas de ortografía, hay algunas. En cambio-y dejando a parte ya la "crítica" de las faltas-, me parece increíble y cautivador el tema, ya que es algo que pasa actualmente y son verdaderos infiernos los que tienen que soportar muchísimas mujeres en países donde los hombres no tienen conciencia.Me gusta el lenguaje que has utiliizado, me ha llegado.Buen trabajo, enhorabuena.

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  3. Me parece un texto impactante, muy bien narrado que transmite todo aquello que las mujeres de esos países viven por desgracia, por culpa de esos hombres llamados maridos suyos. Me ha gustado mucho!

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  4. Y pensar que es real…. Has sabido plasmar muy bien todo el dolor y el sentimiento que crece dentro de estas pobres mujeres, que por desgracia tienen que vivir estos actos inhumanos cada día de su vida. Me ha gustado muchísimo

    Pd: la foto es muy impactante :S

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  5. L'autor ha eliminat aquest comentari.

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  6. Buena historia, has sabido relacionar muy bien la imagen con el relato.

    Hablando del tema de la historia, aunque nos pueda parecer exagerada su narración, por desgracia, se dan estos casos aún, estando en el s.XXI. Me parece vergonzoso, sinceramente. Nos has querido compartir esta “queja” y lo has hecho estupendamente.

    La narración de ésta me parece bastante acertada, expresiones como: "el corazón en la boca" ; "Tras una intensa lucha de sentimientos y emociones, una batalla entre el miedo y el deseo de libertad" hacen más atractivo el texto y más, no sé como decirlo.. poético. Está narrado de tal forma que, mientras lo lees, una misma siente esa angústia y ese dolor de la mujer, te metes en el papel .

    Alguien que es capaz de trasmitirte todo esto en un simple "escrito", no sé de qué puede ser capaz en la realidad. Muy buen trabajo.

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  7. Coincido con los comentarios anteriores: la historia es realmente conmovedora y aterradora. Por desgracia, sólo se sacan unas pocas fotografías de entre millones de atrocidades.

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