Gotas de lluvia..
“Las gotas no tienen forma de lágrima (redondas por abajo y puntiagudas por arriba), como se suele pensar. Las gotas pequeñas son casi esféricas, mientras que las mayores están achatadas. Su tamaño oscila entre los 0,5 y los 6,35 mm, mientras que su velocidad de caída varía entre los 8 y los 32 km/h, dependiendo de su intensidad y volumen.”
Aquellas palabras, venidas del profesor de biología, un lunes a primera hora, captaron mi atención, impactaron en mí como gotas de lluvia en el asfalto .
Verán, esta historia me fue contada de pequeña por una señora muy amable que vivía cerca de mi casa y a la que una amiga y yo solíamos acudir las noches de verano, en busca de una historia, acompañada por el piano que, aportaría un cierto punto de distracción a nuestras noches veraniegas en las que el calor se las daba de protagonista.
Todo empezó cuando teníamos 16 y 18 años,Miguel, era dos años mayor que yo, nos conocimos hace 33 años, en unas circunstancias bastante inusuales. Era una tarde de calor sofocante, como la mayoría de un agosto, yo había decidido bajar al río a refrescarme,en aquel entonces no existía el aire acondicionado y los ventiladores no hacían mucho más que remover el aire caliente.Aparentemente, no había peligro. Ingenua de mí, me adentré en las algas, para indagar en lo profundo de las turbulentas aguas. La mala fortuna me sonrió vacilante y allí me golpee con una roca sumergida, perdiendo así el conocimiento.
Todo empezó cuando teníamos 16 y 18 años,Miguel, era dos años mayor que yo, nos conocimos hace 33 años, en unas circunstancias bastante inusuales. Era una tarde de calor sofocante, como la mayoría de un agosto, yo había decidido bajar al río a refrescarme,en aquel entonces no existía el aire acondicionado y los ventiladores no hacían mucho más que remover el aire caliente.Aparentemente, no había peligro. Ingenua de mí, me adentré en las algas, para indagar en lo profundo de las turbulentas aguas. La mala fortuna me sonrió vacilante y allí me golpee con una roca sumergida, perdiendo así el conocimiento.
Por poco acaba mi vida esa tarde.De hecho volví a nacer, y conmigo un nuevo sentimiento desconocido hasta entonces para mí.
Estuve grave e inconsciente durante unas semanas; semanas en las cuales según mis padres él apenas se sepaó de mí,incluso se quedaba algunas noches allí para que ellos descansaran en casa.
Cuando por fin recobré el sentido, lo primero que advertí entre sombras fue un chico de unos 18 años moreno y alto, de espaldas a mí, miraba absorto por la ventana de aquella habitación de hospital. Cuando se dio la vuelta esbozó una sonrisa para mí y yo cortésmente se la devolví. Extrañada le pregunté que quién era y qué me había ocurrido y él me recopiló todos los datos necesarios.Yo no cesaba de darle las gracias y él de ser increíblemente modesto.
Desde ése momento supe que haríamos de ése un verano inolvidable y que ése sería nuestro verano.
De hecho lo fue:fueron los días más felices de nuestras vidas, su voz fue la banda sonora de mi verano y la mía lo fue también de suyo.
Como todas las parejas, discutíamos a veces, me dejaba llevar por la ira, pero en definitiva me dejaba llevar y se dejaba llevar. Nos dejábamos llevar.
Una tarde ,aparentemente , una más de aquel verano, nos hallábamos a orillas del rio al atardecer, una luz tenue nos alumbraba. Alumbraba nuestro camino mientras paseábamos y escuchábamos “La vie en rose” de Edith Piaf en una radio vieja, nuestra canción, nuestra vida en rosa.
Permanecimos en silencio durante unos efímeros segundos,que desencadenaron en algo tan predecible como un intensísimo beso.
Me miró y le miré, nos miramos y nos vimos, nos vimos allí tan llenos de vida, reflejados en el agua.La corriente seguía su curso pero en cambio nosotros permanecíamos allí inamovibles, inmunes al paso del tiempo.
Me quería y le quería, nos queríamos. Con saber eso bastaba, allí frente a frente mirada con mirada, me besó, le besé.Nos besamos de nuevo.
Aquella fue su manera de decir “adiós”. Fue la sensación del primero, pero a la vez ,de alguna manera ,supe que sería el último .
A la mañana siguiente , me desperté y estaba nublado, lloviendo. Aún así, como cada mañana estaba esperando que pasara a recogerme ,impaciente, como si fuera la primera vez, incluso salí a la esquina a esperarlo, bajo el aguacero.
Oía motos acercarse pero cuando giraban la esquina me llevaba un buen chasco pues no era él.Se estaba retrasando más de la cuenta, incluso me enfadé y me fui a casa pensando en no hablarle en unos días.
Al volver a casa, se me cruzó una ambulancia a toda prisa,con las luces encendidas y ese típico sonido alarmante de sirena.No se me hubiera ocurrido pensar nada por el estilo, pero algo malo había sucedido, algo que me cambiaría la vida. Cuando me dieron la noticia no lo creí me eche a reír y luego a llorar desconsoladamente .Yo en mi infinita ingenuidad, salí de casa, bajo aquella cortina de agua que no cesaba, como alma que lleva el diablo, esperando encontrarle montado en su Derbi de 125 cc,con la carcajada al viento, el casco colgado del brazo y su pelo negro ondeando ,despeinado.
No fue así, era cierto, había desparecido de golpe, sin hacer ruido, sin dejar un adiós junto a mi mesilla de noche, sin una despedida, sin nada. Lo único que constataba que había existido alguna vez eran sus cosas materiales y ese gran vacío punzante y agudo que había en mi pecho.
Estaba muerto, un estado del que ya no hay retorno, del que ya no se puede salir, al que nadie escapa, por el que todos pasamos . Sin más, quería poner punto y final a esa situación , sin tener que sufrir por él y a la vez por mí. Aquel día no murió solo él, de alguna manera murió una parte de mí, murió nuestro amor, fue el final de la historia.
Siempre me acordaré de la historia, del verano en que me fue contada, de aquella señora que murió hace algún tiempo, de mi amiga, de todas las noches, de cada día digno de ser recordado.
Esta historia me enseñó que la vida hay que vivirla así, sin prisa pero sin pausa,sin más, cada día cuenta,haz que cuente.
Mireia Martínez Alonso.1ºBAT-AEsta historia me enseñó que la vida hay que vivirla así, sin prisa pero sin pausa,sin más, cada día cuenta,haz que cuente.
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ResponEliminaMadre mía! Me gusta muchísimo esta historia.. A medida que la vas leyendo te dan ganas de seguir ,es muy interesante aunque con un triste final.
ResponEliminaEn cuanto al comentario de Aida ,lo que dices de que repite estructuras ,yo creo que esta hecho a próposito,que es para darle un poco de musicalidad al texto.
Definitivamente esto es total... la gente sólo lee las historias más cortas y comenta. Són vagos hasta para eso, porque sino más gente la hubiese comentado. Pero vamos a lo que vamos...
ResponEliminaTiene un vocabulario exquisito e intenso, la historia está elaborada y muy bien redactada. ¡Como se nota el vocabulario de la gente que leemos...!
Únicamente he encontrado dos fallos: el primero, que hay algunas faltas y el segundo, que a veces repite demasiadas veces la misma estructura y eso aburre(me besó, le besé , nos besamos\me dejaba llevar, se dejaba llevar, nos dejábamos llevar)
Pero por lo demás sabes escribir divinamente!
Una historia triste y algo misteriosa, Mireia, que me hace verte sentada, boquiabierta, en un portal, buscando con los ojos el recorrido de las palabras de tu narradora.
ResponEliminaCoincido en que la gente sólo lee los cuentos menos extensos.
Te acercas mucho a las circumstancias en las que la escribí,Moisés y el misterio son las dudas que se intentan sembrar en los lectores de averiguar más, pero una vez escrito el autor debe callar.
ResponEliminaY en cuanto a lo de la extensión de los realtos y la gente, opino que mi trabajo está hecho,quien no lo lea se lo pierde al igual que muchos otros.