Hace un tiempo que recibí a doce monjas de cautiverio en el convento de Nimbschen, las cuales estaba ayudando a escapar del monasterio, sacándolas en barriles. Tres de ella se fueron con sus parientes, pero quedaron nueve más. Entre ellas se encontraba Catalina de Bora. Primero pensábamos que se casaría con un estudiante, pero su familia no quiso, luego con un Doctor, pero ella no sentía amor por él, y finalmente nos enteramos de que se quería casar conmigo. Yo no lo tengo muy claro, porque considero que no soy un buen marido, ya que he sido excumulgado por el Papa, y soy perseguido por el Emperador. Aún así, me he casado esta mañana con ella, para evitar que sus amigos le dijeran nada, así que ya somos legalmente marido y mujer.
Después del casamiento, nos hemos cogido dos caballos y hemos ido a dar una vuelta por todos los campos de los alrededores, hasta que nos hemos cansado y hemos vuelto al monasterio. Cuándo hemos llegado, los criados nos estaban esperando para comer, así que nos han preparado un gran banquete para nosotros solos, dónde hemos disfrutado comiendo juntos.
Después del gran banquete, Catalina ha recogido todas sus cosas y se ha mudado a mi residencia, el monasterio agustino en Wittenberg, para así vivir en familia. Después, nos hemos sentado en la cama, en nuestra habitación, y Catalina a comenzado a decirme cosas de su pasado, y al igual yo del mío. Hemos descubierto que teníamos bastantes cosas en común, pero otras que eramos completamente distintos. Al poco rato de estar hablando, los criados nos han llamado, avisando de que teníamos una visita, así que hemos ido a la entrada y a sido toda una sorpresa para nosotros, pero aún más para Catalina. Allí estaban sus parientes, una mujer y un hombre ya bastante adultos, que la estaban buscando y por fin la habían encontrado. Les hemos hecho pasar adelante y se han alegrado mucho por nosotros, pero especialmente por Catalina, su única hija. Hemos hablado de como nos conocimos y de todo lo que nos había sucedido, ha sido muy bonito recordarlo.
Después, les hemos enseñado nuestra residencia y finalmente hemos ido de paseo por todos los campos llenos de hierba, que estaban preciosos. Cuándo ha llegado la hora de volver al monasterio, los padres se han puesto un poco tristes, ya que hacía mucho tiempo que no veían ni sabían nada de su querida hija. Ellos se han ido, y nosotros hemos descansado un poco hasta la hora de cenar. Después, nos hemos ido a dormir.
Es un historia buena, ya que expresa que una persona debe estar con otra pero que quiera ella, no que le asignen otros. Pero te falta el poema!
ResponEliminaEl fondo de la historia remite a las grandes pasiones amorosas e inconprendidas. No me esperaba esto de Martín Lutero. ¿Hay algo de verdad en esta relación?
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