Unos días en la vida de…Erzsébet Báthory,
“La condesa sangrienta”
La obligué a sentarse junto a mí, frente a frente. Podía sentir cómo temblaba cada fibra se su ser, podía notar cómo se estremecía cada molécula de su cuerpo cuando se topaba con mi mirada. Había vivido la misma situación muchas veces durante los últimos años, empezaba a hartarme del mismo juego, empezaba a volverse monótono y aburrido…ya me había cansado de jugar con esas pobres criaturas. Aunque
Sin embargo a pesar de haber matado a unas 600 muchachas seguía sin sentir nada, ni lástima, ni pena, ni dolor…indiferencia, pura indiferencia. Ladeé la cabeza y sonreí delicadamente. La joven tendría unos 15 años su piel era blanca y tierna, símbolo de la juventud, una juventud que le iba a costar la vida.
Mi fiel mayordomo Juan se acercó lentamente a ella por detrás, y con un ligero giro de muñeca la degolló. La joven abrió los ojos un momento y más tarde los cerró para nunca más abrirlos… me levanté de la silla con un suspiro y me dirigí a los aposentos donde había vivido la joven, que ahora yacía muerta en el suelo. Mientras, mi querido Juan recogía la sangre de mi víctima y la introducía en un pequeño recipiente para mi próximo hechizo…
Para que la poción saliese bien necesitaba un objeto perteneciente a la víctima, su sangre y un mechón de su cabello. Entre sus cosas encontré HABÍA una finísima joya de oro con pequeños rubíes incrustados y un reloj de plata con unas insignias grabadas; a su lado, encontré un pequeño libro lleno de estrofas de poesía y me pregunté si serían de la muchacha. Salí de su alcoba y le entregué el colgante a Juan, más tarde me fui a mi estudio y me senté a leer uno de los poemas.
Entre la multitud adivino tu silueta
Tu gallardía y tu porte me inquieta
Nos cruzamos un día de verano
y tú, sin querer, me rozaste la mano
Desde aquel día de ti estoy enamorada
Pero tú solo tienes ojos para tu amada
Angustiada y sola me desespero
Por ver llegar mi final tan certero
Oh! mi dulce caballero,
Libérame de este tormento
Cerré el libro con resignación, la muchacha era de la nobleza, ahora, tan solo era un frío cuerpo. Me levanté despacio...era la hora. Bajé hasta las mazmorras y observé a las jóvenes doncellas encerradas en sus jaulas como animales. Oí sus gritos, sus lamentos, sus suspiros desgarradores; pasé de largo. Me dirigí a la pequeña sala de pócimas y cuando llegué los presentes me dirigieron una sutil reverencia, y dio comienzo el ritual. Había visto hacerlo UN incontable número de veces, siempre esperando a que saliese bien, pero por el momento nunca había dado resultado. El silencio era palpable, la concentración era la máxima, la tensión perceptible, el ambiente tétrico, la imagen… desgarradora.
Poco a poco, los ingredientes necesarios fueron siendo lanzados al fondo del caldero acompañados de unas palabras en lengua prohibida. Según iba avanzando el ritual, mi impaciencia iba engrandeciéndose se iba incrementando, las viejas brujas me miraban con sigilo y con una torcida sonrisa en la boca, fría, muerta, sedienta de sangre. Llegó la hora, introduje un cuenco en el caldero y, con un suspiro, bebí un sorbo de la pócima. De nuevo falló, una lástima… pero aun así, no hay problema, siempre que haya víctimas…
¿Mi objetivo? Encontrar la manera de ser joven y bella eternamente.
¿Mi deseo? Volver a ser quien fui antaño
¿El precio a pagar? Jajaja me importa más bien poco.
Me ha gustado tu historia, me gusta que piense que con una pócima una persona pueda volver a ser joven.
ResponEliminaMe ha gustado mucho la historia, aunque pobres niñas..Me parece increíble que no pudiese sentir nada, simplemente indiferencia, ante las súplicas de las jóvenes.
ResponEliminaSe trataba de una loca obsesionada con la juventud, le daba igual todo, una especie de psicópata del siglo XVII.Sólo tenia un objetivo, ser joven
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ResponEliminaMuy grande la chica, es la Carmen Lomana del s.XVII..Bendita juventud, a ver cuando aprenden que la juventud es un estado de ánimo y no una cara sin arrugas.
ResponEliminaBuen trabajo e interesante y curiosa historia.
Juventud, divino tesoro... de jóvenes degolladas.
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