Ya han pasado dos semanas, y la
dolorosa muerte de mi más que amigo Garcilaso sigue aplastando mi
alma como el primer día. Mi corazón late a desgana, y mis ojos ya
no tienen fuerzas para llorar, pero ay muchos motivos por los que
tengo ganas de salir adelante.
¡ Ahí está! Es la hermosa doncella Ana.
Viene a visitarme para alegrar mi
rostro, realzar mis ánimos y para hablar un poco de nuestra iniciada
relación. Han sido tantas y tantas las noches que he pasado
preguntando a mis sentimientos y respondiendo con mi corazón para,
finalmente, dar vida a un poema que estoy dispuesto a recitarle en
cuándo entre por la puerta.
Hablamos sobre la pérdida de un amigo y cada uno nos hemos contado cómo nos va todo. También hemos hablado de nuestra relación y he aprovechado para recitarle un poema que tenía en mi interior y que no podía estar más tiempo en mis entrañas, dónde hablo del deseo que yo tengo por tenerla:
El tiempo malvado ya se marchó,
ahora toca dejar atrás el llanto
¿ Cuál desdichado galán como yo
pudiese gozar de tu hermoso encanto?
Ahora que estamos solos los dos,
quisiera regalarte un breve canto:
¡Quitarme quisiera este dolor
si usted pudiese darme algo de amor!
Hoy me he dado cuenta de que en mi cabeza sólo tengo a doña Ana Girón, y mis pensamientos de amor ocupan la mayor parte de mi tiempo. Durante esta última semana he pensado que en un futuro voy a editar un libro de poemas dónde aparezcan mis obras junto a las de Garcilaso, que seguro que allá dónde esté se sentirá muy orgulloso.
Llegó el momento de la despedida, doña Ana se marcha, pero antes le doy un beso en la mano y me dice al oído que el poema le ha encantado y que ella cada vez más está más enamorada de mi. Los dos hemos sonreído y nos hemos deseado lo mejor.
A principios del mes que viene nos
volveremos a ver en el enlace de un amigo que nosotros tenemos en
común y que tendrá lugar en la ciudad de Toledo. La acompaño hasta
la entrada y luego, desde mi ventana la veo junto a tres personas,
montados en un carro remolcado por un par de caballos.
El Sol ya se ha cansado, ahora se esconde detrás de la montaña, dejando paso a la blanca y brillante luz de la Luna. Después de cenar, es hora de escribir en mi apretado diario personal aquello que hoy he vivido y eso que me ha pasado.
Me tumbo en la cama, cierro los ojos y me duermo tranquilamente, pensando en que el deseo por cumplir es casi ya un sueño hecho realidad.
Que enamoradizo Juan Boscán, y que buen amigo de Garcilaso en esta historia. Me gusta mucho el poema que le dedica a su amada. Buen relato, bajo mi punto de vista, bien redactado. Enhorabuena.
ResponEliminaDescribes uno de los momentos clave de la Literatura Castellana: el momento en el que Boscán, apenado por la muerte de Garcilaso, se dispone a publicar sus poemas junto con los suyos.
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