dijous, 19 de gener del 2012

Unos días en la vida de Garcilaso...

Me llamo Garcilaso, y os voy a comentar unos días en mi vida. Corría el año 1526. Estaba siendo un invierno frío e intenso, y las calles de Toledo estaban más desoladas y solitarias que de costumbre. Yo con mis pintas de Don Juan andaba ilusionado por las calles. Había dejado a mi esposa, Elena de Zúñiga, en la casona donde compartíamos nuestros días. Después de que ésta se durmiéra, salí al encuentro con mi amante, Isabel Freyre, una dama bellísima que estaba al servicio de la emperatriz de Portugal. Hacía tan solo un año que había contraído matrimonio con Elena de Zúñiga, pero yo había conocido a Isabel y me había enamorado perdidamente de la dama. El reloj de la catedral de Santa María anunciaba la media noche, pero Isabel aún no había llegado al lugar acordado. Yo, como siempre, resplandeciente, me senté a esperar. Pasaron los segundos, los minutos, y hasta dos horas, y doña Isabel aún no se había presentado en el lugar. Así que con el alma desecha y lleno de lágrimas, emprendí mi viaje de regreso a casa. Una vez llegué a casa me senté en mi escritorio, donde solía sentarme cuando pasaban los días y yo no veía a mi amada Isabel. Una vez sentado allí decidí empezar una nueva poesía de las que solía hacer cuando me sentía solo sin saber nada de la mujer a la que tanto amaba, pero supe que la de ese día sería un tanto especial, porque mi vida iba a cambiar un poco. Empezé a escribir, pero me resultaba un tanto difícil, así que empezé mi poesía y cuando tenía ya un poco escrito decidí marcharme otra vez al lugar dónde hacia ya unas horas había quedado con doña Isabel, aunque cuándo llegué vi que todo seguía igual.
Cuando volví a casa decidí seguir con la poesía que había empezado y decidí seguir escribiendo, aquí os voy a dejar un poco escrito de lo que en esos momentos sentía...

Sus ojos me recordaban
a un primaveral atardecer,
en el que me miraba
y me hacía enloquecer.

En sus labios guardaba
miles de besos que nunca había dado,
y en su corazón
recuerdos de los hombres
a los que nunca había amado.

Fueron silencios en los que solamente
los ojos llenos de esperanzas hablaban,
e instantes en los que rodeado en tus brazos,
respiraba...

El tiempo pasó y yo no volví a saber nada de mi querida Isabel, la que tantas noches en vela me había hecho pasar. Pasara el tiempo que pasara, yo no podía olvidarla, así que la mayoría de mis escritos se los dedique a ella, llenos de sentimientos, donde la identificaba con el nombre de ''Elisa''. Mi mujer Elena de todo esto que teníamos mi querida Isabel y yo no sabía nada, Elena pensaba que mis poesías a las que tanto tiempo dedicaba iban para ella, aunque todo no era así, aunque algunas si que iban destinadas para ella, pero no llevaban el mismo sentimiento que las otras. Poco tiempo después me enteré de que doña Isabel se había casado con Don Antonio de Fonseca, y que había fallecido en los años posteriores al enlace. Cuando me enteré de esto me sentó muy mal, ya que yo había intentado conseguir su amor hacía mi durante mucho tiempo y solo conseguí noches en vela para estar con ella, y muchas de esas noches las pase en vela sin saber nada.
Finalmente decidí que mi vida no podía seguir siendo solo para pensar en doña Isabel, así que decidí cambiar mi forma de amar a las mujeres y "empezar como de cero" con mi querida y bella mujer Elena, la cual sí que me quería con todo su corazón y nunca me fué infiel.

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