Juan José Millás
Si lo vamos entendiendo bien, EEUU no nos espía a todos, sino a metatodos. De ahí que se hable de metadatos, en vez de hablar de datos. Del mismo modo que un metadato es un dato sobre otro dato, un metatodo es un todo sobre un todo. Significa que para comprender lo que nos pasa necesitamos ciertos conocimientos de lingüística. Dejémoslo aquí, que no está el día para este tipo de lucubraciones o metalucubraciones. El prefijo meta es la hostia. Vean, si no: metacrilato, metadona, metafísica, metalenguaje, metapsicología… Cuando creímos haber comprendido la física, llegó Ángel Gabilondo y desenfundó la metafísica. Y cuando nos habíamos hecho con la modernidad, se nos apareció la posmodernidad. La poshistoria, en cambio, surgió sin que hubiésemos agotado la historia.
El caso es que siempre se puede ir más allá. De eso trata el prefijo meta. Si hablamos de metalenguaje, nos referimos a algo que está más allá del lenguaje. En Madrid, después de Móstoles hay un pueblo al que llamamos Navalcarnero, cuando quizá deberíamos decirle Metamóstoles. Lo curioso es que el metadato no pretende ir más allá, sino más acá del dato. El metadato, por ejemplo, de un correo electrónico cualquiera no es su contenido (“mamá, no me esperes a comer”), sino la hora a la que fue enviado. Si el espía comprueba que el mensaje fue enviado antes de la cena, y no antes del almuerzo, como sugiere el texto, se dice: aquí hay metatexto. Significa que hay gato encerrado. Entonces introduce el dedo, o el metadedo, en el asunto y descubre un complot.
Quedamos, pues, en que el metadato es el más acá del dato. Así, para la CIA, lo importante de este artículo no es lo que importa, sino lo que metaimporta. ¿Y qué es lo que metaimporta? Ah, pues que lo averigüen, que para eso les pagan. Yo solo digo que, si le buscan las vueltas, encuentran algo.
Si lo vamos entendiendo bien, EEUU no nos espía a todos, sino a metatodos. De ahí que se hable de metadatos, en vez de hablar de datos. Del mismo modo que un metadato es un dato sobre otro dato, un metatodo es un todo sobre un todo. Significa que para comprender lo que nos pasa necesitamos ciertos conocimientos de lingüística. Dejémoslo aquí, que no está el día para este tipo de lucubraciones o metalucubraciones. El prefijo meta es la hostia. Vean, si no: metacrilato, metadona, metafísica, metalenguaje, metapsicología… Cuando creímos haber comprendido la física, llegó Ángel Gabilondo y desenfundó la metafísica. Y cuando nos habíamos hecho con la modernidad, se nos apareció la posmodernidad. La poshistoria, en cambio, surgió sin que hubiésemos agotado la historia.
El caso es que siempre se puede ir más allá. De eso trata el prefijo meta. Si hablamos de metalenguaje, nos referimos a algo que está más allá del lenguaje. En Madrid, después de Móstoles hay un pueblo al que llamamos Navalcarnero, cuando quizá deberíamos decirle Metamóstoles. Lo curioso es que el metadato no pretende ir más allá, sino más acá del dato. El metadato, por ejemplo, de un correo electrónico cualquiera no es su contenido (“mamá, no me esperes a comer”), sino la hora a la que fue enviado. Si el espía comprueba que el mensaje fue enviado antes de la cena, y no antes del almuerzo, como sugiere el texto, se dice: aquí hay metatexto. Significa que hay gato encerrado. Entonces introduce el dedo, o el metadedo, en el asunto y descubre un complot.
Quedamos, pues, en que el metadato es el más acá del dato. Así, para la CIA, lo importante de este artículo no es lo que importa, sino lo que metaimporta. ¿Y qué es lo que metaimporta? Ah, pues que lo averigüen, que para eso les pagan. Yo solo digo que, si le buscan las vueltas, encuentran algo.
El País. 8 de noviembre de 2013
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